Acomplejados
Es totalmente absurdo cuando nos acomplejamos
de nuestros defectos, cuando nos sentimos rechazados por algún aspecto de
nuestra apariencia física que ni siquiera nosotros mimos vemos con agrado. Es
algo absurdo porque de defectos todos estamos hechos, sin embargo, comprendo el
sentimiento, pues en esta sociedad occidental materialista y sexualizada que ha
establecido estándares para medir la belleza y el atractivo físico, cualquiera
que no encaje en dichos parámetros es un total defecto del estatus quo que se ha
determinado en el momento.
No debería sorprenderme ver tanta gente
frustrada acudiendo a los quirófanos para que le traten su inconformidad, igual
no debería sorprendernos porque el sistema se ha encargado de generar tantas
personas acomplejadas, inconformes y sintiéndose infravaloradas por la misma sociedad
en la que viven. Pero ¿qué se puede hacer si el sistema es así?, difícilmente
podemos luchar contra el sistema y cambiarlo, lo que mejor podríamos hacer en
este caso es encontrar el fallo del sistema y usarlo en su contra, pero ¿cómo
se logra eso?, el sistema puede parecer perfecto, es prácticamente una utopía,
y digo utopía porque quienes lo conforman son personas como tú y como yo,
llenos de defectos, persiguiendo una ilusión que jamás van alcanzar (la
perfección física).
Es irónico que aquellos que promueven esos
estereotipos sean los más acomplejados que existen, y la manera en la que
ocultan sus complejos y defectos, es estableciendo estándares tan altos que buscan
indirectamente tapar ese hueco que sienten en su interior. Como por citar un ejemplo
muy mencionado: ¿recuerda a Adolf Hitler?, -bueno, Hitler promovía la pureza
racial, y eso que no era un alemán 100% puro, y siendo él quien inventó los
estándares del alemán perfecto no encajaba ni él mismo en dichos parámetros.
No obstante, esto no parece decirnos claramente
cuál es el fallo de este sistema, por lo que lo diré sin tantos rodeos:
nosotros mismos somos el fallo del sistema; estándares, paradigmas,
estereotipos y todo cuando hemos creado para medir la belleza, no son más que
juicios totalmente subjetivos, ya que, según cada cultura y los gustos que
tengan las personas, la belleza varía o es relativa. Por ejemplo: en Etiopía,
en el este de África, existe una tribu llamada “Bodi”, quienes tienen la
particular tradición de premiar al miembro más gordo de su población, pues
ellos consideran que la gordura es sinónimo de poder, prosperidad y belleza,
por lo que al hombre con la barriga más grande se le considera el más
atractivo. En Oceanía, específicamente en Nueva Zelanda, los maoríes consideran
que los tatuajes tribales son sinónimos de masculinidad, por lo que las mujeres
relacionan la belleza de los hombres con sus tatuajes. En los países asiáticos,
especialmente en Corea del Sur y Japón, el estereotipo de belleza en la mujer está
relacionado con la delgadez de su cuerpo, la piel pálida, tersa y suave, al
igual que en los hombres, quitando así los rasgos toscos y bruscos que se
relacionaban con la masculinidad. En Tailandia las mujeres que son de estatura
baja, por debajo de 1.60 m, son consideradas como las mujeres más atractivas. Y
para no irnos tan lejos, en nuestra propia cultura nos sorprendemos al ver que
hombres poco atractivos físicamente, tienen como novia o esposas a mujeres muy
hermosas (algo le vieron de atractivo a ese espécimen). Entonces me pregunto
¿de qué depende la belleza entonces, del objeto en sí mismo o de quienes
aprecian al objeto?
Si la belleza depende de quienes aprecian o
juzgan el atractivo del objeto, entonces el criterio con el que se juzga la
belleza es totalmente relativo a las culturas y sujeto a las opiniones y gustos
de cada individuo, por lo que la belleza sería entonces un constructo social.
Pero si la belleza depende del objeto en sí mismo, sería objetiva, entonces
todos somos perfectos y hermosos en nuestra propia medida. Por lo que no
deberías acomplejarte de tus defectos, más bien, debería darte pena de tener
complejos.
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Por: Eduardo L. Gullozo
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