Los estafadores de la fe.
No cobran indulgencias, pero piden diezmos como si nuestra
salvación dependiera de ello. Hace cierto tiempo
recordaba las palabras que un presbítero le dijo a una iglesia: “¡el Señor me mostró, me reveló, que en el infierno
hay un lugar reservado para aquellos que no entregan su diezmo!”. Desde esa
vez que lo escuché decir semejante barbaridad, no sé si lo dijo por ignorancia,
comprendí que la creencia de que los líderes religiosos son inerrantes es tan
peligrosa como el fanatismo que promueven muchas sectas de índole terroristas.
En el año 1515, el
papa León X pretendía la construcción de una de las obras arquitectónicas más
caras y lujosas de la época, la que hoy conocemos como la basílica de San
Pedro, una construcción con la que
quería presumir su excéntrico gusto por el arte y los lujos. Pero, viéndose
corto de recursos y materiales para la construcción, tuvo que acudir a la
exigencia del pago de más tributos e impuestos a los reinos que estaban bajo su
control, sin embargo, esta medida que había impuesto no le dio el resultado que
esperaba, y fue entonces donde tuvo una ingeniosa idea que le ayudaría a
recaudar todo dinero que necesitaba y, hasta más. Ese dinero provendría de la
buena fe de los cristianos de la Europa de esa época, con las famosas
indulgencias, las cuales eran un documento que contenía el perdón del papa
sobre el alma que el comprador deseaba sacar del infierno o del purgatorio.
Obviamente este privilegio no era gratis para los creyentes, algunos bajo la
manipulación de hombres como Johann Tetzel (un comisionado del papa León X) vendían todas sus pertenencias y propiedades para adquirir la indulgencia. Y de
esta forma se logró, lo que es a mi parecer, una de las más grandes estafas y
manipulaciones que se han hecho en el buen nombre de Dios y a costillas de la
buena fe de los creyentes.
Pero, ¿Qué tiene que
ver algo que pasó en siglos pasados con la actualidad?, pues hoy en día gozamos
de una libertad de expresión y de culto que la garantiza el mismo estado, sin
embargo, para nadie ha sido un secreto que esa misma libertad ha sido tomada por
algunos cultos, denominaciones o falsos líderes religiosos para hacer cosas
ilegales, como, por ejemplo, la estafa. Solo hace falta echar un vistazo a las
noticias, donde salen en primera plana pastores que estafaron a los creyentes,
pastores que viven en mansiones lujosas y reprenden desde sus sermones todo
tipo de vida ostentosa. Al parecer se ha vuelto común para la sociedad escuchar
de pastores que emplean la manipulación para explotar económicamente el
bolsillo de sus feligreses, y esas manipulaciones parecen operar bajo una misma
premisa que utilizan como el arma con la que le roban la fe y el dinero a los
creyentes: el diezmo. Inclusive, hasta hacen un silogismo del texto que se
encuentra en Malaquías 3:9-10. “Los
ladrones no entran al reino de Dios. Los que no diezman están robando a Dios.
Por tanto, los que no diezman no entran al reino de Dios.”
¿Qué es el diezmo?
¿Es el diezmo un mandamiento? ¿Depende del diezmo la salvación del creyente?
¿Qué hacen los pastores con el diezmo que recaudan? Intentaré explicar estas
preguntas con la mayor claridad y brevedad posible: 1) el diezmo es un concepto
que se extra de las Escrituras, especialmente del Antiguo Testamento, donde se
tenía que entregar a los sacerdotes provenientes de la tribu de Leví el diez
por ciento de lo que un ciudadano israelita o hebreo producía. 2) El diezmo es
para los judíos un mandamiento, puesto que era una forma de recaudo como los impuestos,
para la manutención de algunos servicios públicos a cargo de los levitas. Para
los cristianos el diezmo es un principio semejante a la ofrenda o donativos,
los cuales buscan rescatar el valor de
la dadivosidad o generosidad, pero, no es un mandamiento. 3) La salvación del
creyente no depende del diezmo, por tanto, si un creyente no diezma no significa
que esté en pecado o que se merezca el infierno, puede significar, por el
contrario, que tiene la situación económica difícil. 4) En mi experiencia y por la
cercanía que he tenido con algunos círculos de pastores y presbíteros, la mayor
parte de esos diezmos va directo al bolsillo de ellos. Hay casos de pastores más
honorables, que utilizan diezmo para el sostenimiento de la misma iglesia, para
ayudar a los creyentes, y para el uso que la Biblia enseña que se le debe dar
al dinero que se recauda en la congregación.
Recuerdo en una ocasión, cuando formaba parte del grupo de ministros ordenados de una iglesia, que el pastor principal convocó una reunión. Cuando llegamos todos a la reunión, el pastor dijo que uno de nosotros iba a ser destituido del cargo porque tal persona estaba en pecado, cuando dijo el nombre de la persona, le dijo que la razón de su destitución había sido porque tenía tres meses de no entregar los diezmos. Desde ese día renuncié mis credenciales de ministro ordenado en esa iglesia. Y en todo este tiempo he visto muchos casos similares y peores en algunas iglesias evangélicas, protestantes y pentecostales, donde no te cobran por las indulgencias, pero te piden el diezmo como si este fuese un requisito para la salvación.
Por: Eduardo L. Gullozo
Instagram: @E_Gullozo
Twitter: @E_Gullozo
Comentarios